Perros que ladran a lo lejos, canillas que gotean, el tic tac del reloj aturdiéndote. Con razón la noche está tan repleta de prestigio poético, si todo trabaja para la poesía.
La noche está repleta de prestigio poético y la culpa no siempre es de la luna ni de las estrellas, tampoco de la lúgubre oscuridad, ni de la cadencia del silencio. La culpa es del poeta que confunde la oscuridad nocturna con la opacidad de su pesar. La culpa es del poeta que en el titilar incesante del firmamento, ve proyectados sus sueños, y los ve como ojitos parpadeantes, como lucecitas anhelantes.
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