LAS AMIGAS
-Bueno, a ver, te escucho…igual sea lo que sea seguro va a estar genial y te van a aplaudir- Dijo Sofi, y sonrió exageradamente.
-Bueno, ahí voy- Mariana tomo aire como si estuviera a punto de sumergirse en una pileta y comenzó:
Para cambiar el mundo no hacen falta tantas remeras del Che Guevara, tampoco ideas demasiado arriesgadas. Para cambiar el mundo hay que cambiar mentalidades cuadradas y educarse bajo el lema “yo también soy el otro” y tirar el egoísmo a la basura. Pero es muy fácil decirlo o escribirlo. Lo difícil es salir a la calle, sentir la tristeza en los ojos del otro y actuar en consecuencia. Lo difícil es que la miseria del prójimo te sofoque, que al mirar el padecer ajeno se nos ahogue el corazón y actuar en consecuencia. Difícil abandonar la algodonada comodidad del sillón y el calor entretenido de las pantallas para salir y chocar de frente con la vida.
Pero venzamos por fin los miedos y pongámonos en plan de salvar el mundo, salvarlo ayudando a uno, a dos, a tres, a miles, a todos. Para caminar hacia ese objetivo, hacia esa meta utópica, se comienza poniendo un pie y luego el otro, así se aprende a caminar: poniendo primero un pie y luego el otro.
-Bueno así comienza, tengo algunas ideas más para cerrar pero todavía no las escribí…¿qué te pareció?
Sofi la miró con la misma sonrisa exagerada y le dijo:
-Voy a ser sincera porque no me gusta caretearla…es alto chamuyo, si queres motivar a alguien mejor comprale chocolates y si son hombres, cervezas, muchas cervezas.
-¿Me estas jodiendo?
-Sí, la verdad que sí, te estoy jodiendo…está bastante bien. No me des pelota…igual me parece que eso de “yo también soy el otro” suena bastante “Cristinista”- concluyo Sofi, con la misma sonrisa exagerada de siempre.
EN LA PELUQUERIA
-Bueno, ahí voy- Mariana tomo aire como si estuviera a punto de sumergirse en una pileta y comenzó:
Para cambiar el mundo no hacen falta tantas remeras del Che Guevara, tampoco ideas demasiado arriesgadas. Para cambiar el mundo hay que cambiar mentalidades cuadradas y educarse bajo el lema “yo también soy el otro” y tirar el egoísmo a la basura. Pero es muy fácil decirlo o escribirlo. Lo difícil es salir a la calle, sentir la tristeza en los ojos del otro y actuar en consecuencia. Lo difícil es que la miseria del prójimo te sofoque, que al mirar el padecer ajeno se nos ahogue el corazón y actuar en consecuencia. Difícil abandonar la algodonada comodidad del sillón y el calor entretenido de las pantallas para salir y chocar de frente con la vida.
Pero venzamos por fin los miedos y pongámonos en plan de salvar el mundo, salvarlo ayudando a uno, a dos, a tres, a miles, a todos. Para caminar hacia ese objetivo, hacia esa meta utópica, se comienza poniendo un pie y luego el otro, así se aprende a caminar: poniendo primero un pie y luego el otro.
-Bueno así comienza, tengo algunas ideas más para cerrar pero todavía no las escribí…¿qué te pareció?
Sofi la miró con la misma sonrisa exagerada y le dijo:
-Voy a ser sincera porque no me gusta caretearla…es alto chamuyo, si queres motivar a alguien mejor comprale chocolates y si son hombres, cervezas, muchas cervezas.
-¿Me estas jodiendo?
-Sí, la verdad que sí, te estoy jodiendo…está bastante bien. No me des pelota…igual me parece que eso de “yo también soy el otro” suena bastante “Cristinista”- concluyo Sofi, con la misma sonrisa exagerada de siempre.
EN LA PELUQUERIA
-¿Lo de chimentero lo decís por Jorge Rial o por Susana Rocasalvo?
-Lo digo por casi todo el periodismo de televisión y casi todo el de radio…y ni hablar de los diarios y las revistitas para infradotadas, como esa que estás leyendo vos ahora… bah, “leyendo”…hojeando. ¿Qué encuentran de divertido en mirar a esas boludas de caras con botox y tetas “fotoshopeadas”?
-jajajajajaja…bueno, y para que tenés ésta pila gigantesca de revistas? ¿Supongo que para que las hojeemos mientras nos haces el laburo no?...Vos concéntrate en el alisado que yo boludeo mirando a las Xipolitakis...igual seguí hablando que si hay algo que odio es el silencio. El silencio me hace doler la cabeza.
-La gente odia el silencio y ama el ruido caótico del palabrerío banal. No sabe que el silencio es sinónimo de reflexión profunda, de pensar un poco. El silencio es paz y dice más con su callada voz que todo lo que dicen las ciencias sociales y sobre todo la psicología.
-Uh recién te metiste con las minas de tetas fotoshopeadas y ahora con las ciencias sociales y la psicología. Creo que por eso te elijo como mi peluquera preferida…¿si digo que te amo, queda muy cursi?
-Si.
EN LA CARNICERIA
-¿Y eso que vendría a ser?- dijo Jorge con una sonrisita y luego añadió: -Seguro es una de esas teorías o conceptos ridículos que elaborás dándote aires de erudición.
-Te lo voy a explicar de la manera más simple posible, como para que un marmota como vos lo pueda entender.
Entonces Carlos, acariciando su barba con la punta de sus dedos, pensó la forma conveniente de explicar su concepto de Hombre-Mueble y luego de unos largos segundos de silencio comenzó:
El hombre mueble, ese que nunca se cuestionó nada en su vida, el que nunca se quejó de la condición del hombre en el mundo y sobre todo de su propia condición. Sobre ese hombre te hablo.
El hombre-mueble no cree en el futuro, ni siquiera en el presente. El hombre-mueble es un fanático del pasado, un devoto del ayer. Es aquel que cree que todo está perdido, que nada se puede hacer porque hecho todo está.
Al hombre-mueble le fascina el arte, pero solo el arte consagrado. No tiene la capacidad de absorber con su casi nula sensibilidad la nueva sensibilidad. Descree de lo nuevo, detesta que se rompan las formas tradicionales, que se violen las leyes de lo clásico.
El hombre-mueble casi siempre es joven, por lo menos en cuanto a la edad calendario, pero es un viejo de alma y tiene el corazón muriéndose de frio.
Este hombre, este pequeño pobre hombre, dice odiar las modas. Para ser funcional a esa postura despotrica, con enfático desprecio, todo lo novedoso, lo creativo, lo contemporáneo. Pone todo en la misma bolsa y lo revolea a la basura, no sin antes sentenciar: es pura mierda, Borges es mejor…
Y nada, un Hombre-mueble es más o menos eso.
Jorge lo miró, con la mano izquierda agarrándose los pelos y moviendo la cabeza, y dijo:
-Otra vez estás fumando de ese prensado paraguayo que te vende La Negra y que te consume las neuronas y te llena de ideas flasheras la cabeza…déjate de joder boludo y córtame esos bifes más gruesos que quiero hacerme unas milanesas bien polenta para comer con La Marta.
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