martes, 22 de abril de 2014

Popurrí de breves reflexiones de homo sapien.

De masas, monitos y evolución.

El efecto multiplicador de la masa hace violento al tipo mas pacifico. Un tipo tira una piedra y miles tiran otra. El efecto contagio de la masa hace reír al tipo mas malhumorado. Un tipo ríe y enciende el mecanismo de la risa en miles de rostros. Dicen muchos sociólogos y filósofos que han estudiado a fondo el fenómeno de las masas y la psicología colectiva que en la masa no hay personas, no hay rostros, la masa es un solo individuo y que “El individuo integrado en una multitud, adquiere, por el simple hecho del número, un sentimiento de potencia invencible, merced al cual puede permitirse ceder a instintos que, antes, como individuo aislado, hubiera refrenado forzosamente” 
Somos monitos de 4 millones de años de evolución mental, somos seres llenos de violencia y repletos también de paz. En un mismo ser se puede encontrar lo sublime, lo poético y también la bestialidad animal, la violencia y la guerra.

Leer y escribir, su hermosa inutilidad.

Leer y también escribir es inútil. Con leer “El libro de la arena” no voy a conseguir trabajo. Escribir en un blog no me va a dar la experiencia laboral que piden las empresas dedicadas a la contaduría y la administración financiera. Cortázar es hermoso, atrapante, raro y genial pero no puedo poner en mi curriculum que leí “Rayuela” o “Historia de cronopios y de famas”. ¿O si?
Borges era un ciego que veía todo. Se quedó ciego en el mismo momento en que era nombrado director de la biblioteca nacional donde hasta ese momento había 900.000 volúmenes. Parafraseando al Diego se podría decir que a Borges le cortaron las piernas. ¿Pero, quien le cortó las piernas? Dios. Que con magnifica ironía le dio a la vez los libros y la noche.
Escribo para escaparle a la finitud de la vida. Escribo para ser inmortal…y también porque mis temores se manifiestan en forma de palabras. Escribo porque siento que la poesía me persigue y no tengo ganas de escaparle.

The Beatles, Los Redondos, Sócrates.

Podría estar toda una tarde y unas cuantas noches escuchando música de estos gigantes. Me gustaría quedarme sordo de tanto Abbey Road, de demasiado Luzbelito.
¿Cómo se explica lo que sucede en el ámbito de las emociones? ¿Quién puede explicar de manera eficaz y elocuente lo que siente el corazón ante una música que recorre desde los tímpanos hasta cada una de tus venas todo tu cuerpo? Hacer estas preguntas no implica que este deseoso de respuestas. Sócrates y yo sabemos que no sabemos nada. Esa ignorancia nos hace humanos y no podemos explicarlo todo con absoluta certeza. De todas maneras no necesito certezas, necesito sentir. Sentir y nada más que eso.

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