De mentes pequeñas nunca saldrán grandes ideas.
Una mente grande es aquella que no solo sabe volar sino también aquella que elige por cuales cielos hacerlo.
Una mente que eluda los lugares comunes, que orbite los planetas más extraños.
Una mente que gambeteé a los pensamientos cuadrados y le haga goles al status quo.
Una mente más bien demente que tenga como anhelo la hermosa locura.
Una mente que imagine mundos en cuyo suelo crezcan grandes canciones de azulados coros de niños.
Una mente de soledades creadoras, de sinapsis que hagan estallar neuronas, de pensamientos como fuegos, de ideas que queman.
Una mente que no agote nunca el combustible infinito de la imaginación inacabable.
Una mente para corazones que piensan, para latidos que razonan a base de amor.
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