No solo cada persona es única e irrepetible, además cada
persona implica una visión concreta del mundo. Es decir, somos 7 mil millones
de mundos, cada uno distinto a otro.
En primera instancia, lo que tus ojos ven parece ser lo mismo
que mis ojos ven, pero en realidad cada persona mira distinto. Quizá para vos
el mundo es cuadrado y para mi es Redondo, para algunos tendrá formas
triangulares y otros lo conjeturarán de maneras no geométricas, esto último tal
vez sea lo mejor, la manera más libre de concebirlo.
Estamos tan ocupados de nosotros mismos que a veces no
vemos a la persona que tenemos al lado. El uso y abuso excesivo de nuestro ego
nos pone ciegos. Esa ceguera anula al otro o lo transforma en una nada. La vida
del “Yo y aguante Yo” nos hace peor que el calentamiento global.
Prestarle un oído al otro para que te cuente la
diversidad de su mundo, algo tan simple, algo tan difícil. Mirar con ojos de
otro, sentir con la piel de otro, llorar con su dolor, disfrutar su felicidad.
Convertir la empatía en una forma de vida. ¿Qué tan difícil es ese anhelo?
7 mil millones de mundos y nosotros ahí, atrapados en el
nuestro. Que poco aventureros somos, que grande es nuestra enfermedad.