Me gusta cuando mi alma melodramática lagrimea cualquier tristeza ajena.
Siento como una empatía que se renueva día a día.
Siempre es bueno que nos crezca la sensibilidad.
Y hay que obligarlo al ego a pegarse una siestita.
Pero no puede haber aguante colectivo si primero no me hago el aguante a mí mismo.
La autoestima es también una egolatría necesaria.
Estamos hechos de empatía y egoísmo, de “aguante yo” y de “aguante vos”.
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