No puedo, aun no lo consigo, escaparme de la rapidez del calendario.
Abro los ojos en Enero y en un parpadeo ya es octubre.
¿Tan necesaria será esa rápida velocidad?
¿Qué prisa tienen los relojes, de qué se apuran?
La existencia es flaca, el hombre tiene un hambre que no se puede saciar.
Hay un tic y después un tac, la música de la paranoia del tiempo.
Hay pulsiones encerradas, miedos a punto de estallar.
Mirar el calendario es echarle nafta al fuego.
Nos incendiamos…está bien, me incendio, me hago cargo de la primera persona.
Quiero, necesito que el universo se detenga, pero él no quiere parar, la mecánica del movimiento es su naturaleza, nació para moverse, nació para la velocidad.
¿El universo se expande o se contrae? No importa, en todo caso es movimiento, en todo caso sigue siendo velocidad, qué importa el sentido.
Paren el mundo que quiero, necesito, saltar hacia la nada y ver si hay algo mejor que el todo y su velocidad.
Solo quiero asomarme un poquito sin dar el gran salto. Tanto misterio me abruma, me quita el aliento, me ahoga.
¿Qué prisa tienen los relojes, de qué se apuran, a qué le escapan, a qué le temen?…Creo que ya lo sé: A mí…yo soy el que asusto.
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