martes, 23 de junio de 2015

El soñar, esa cosa rara.

El tiempo me deforma el pensamiento, un segundo que pasa y el pensamiento antes pensado se distorsiona y lo que antes fue una teoría sobre Dios es ahora un perro danzando sobre un gran hueso, festejando el fin de los días del hambre.
Imágenes que se van amontonando, personas que se transforman en otras personas, caras de gente conocida que adquieren caras de gente desconocida, me hablan con otras voces y a veces no pueden hablarme.
Algo terrible ha pasado en el sueño, porque uno de esos rostros desconocidos se aterroriza y sale disparado con las manos en el rostro. Yo estoy desorientado, no sé dónde estoy, no sé lo que sucede.
Me despierta el miedo de la confusión, me despierta el no saber qué pasa, mis ojos se abren y lo primero que veo es un haz de luz colándose por entre la puerta, partículas de polvo flotando en el aire, estornudo y sé, entonces, que ya estoy despierto.

lunes, 22 de junio de 2015

De vacuidades y delirios.

Ese precioso ejercicio lúdico de ponerle alas a la realidad.
Esa manía de dejar que a los sueños les crezca la barba, de verlos envejecer y disfrutar de su lenta mortandad.
De ilusiones y de chocar de frente con la decepción, de eso más o menos se trata la vida.
De venderle tu alma al rutinario tedio y tratar de entretener a tu oxidado cerebro.
Mirar el cielo que te tocó y ver nada más que azul y solo azul y que tus ojos se aburran.
Imaginar aves voraces que se comen el mundo como si fuera un gusano.
Almas vacías teorizando sobre la nada que nos mueve, corazones temblando más de miedo que de frío.
Ese delirio constante que te aplasta la razón, a él lo necesito. A ese hermoso delirio que salta de neurona en neurona y juega al niño que todavía soy.