lunes, 13 de octubre de 2014

El poder de ser Dios

Me cae mal la gente que no se desborda, me cae mal la gente que no se alcoholizó nunca y que en ese estado de ebriedad no tomó alguna decisión desacertada. Me caen mal los que no derrapan, me caen mal los perfectos.
Desconfió de la gente que tiene siempre la misma cara, esa cara de la felicidad falsa.
Me gusta mucho la gente inestable, la gente desequilibrada, los locos lindos.
Si pudiera elegir la clase de ser humano que quiero para el futuro, si me dieran por un momento el poder de ser un Dios, metería a todos los de mente creativa, los que buscan cosas nuevas, los que siempre están disconformes, en un planeta lleno de guitarras y libros, lo demás saldría por lógica. Ellos inventarían el mundo. Ellos, cada uno de ellos seria un dios con un universo de posibilidades.
No me gusta la gente sin originalidad, odio, detesto a la gente que busca pertenecer y que para eso copia tendencias, actúa como una oveja en un rebaño.
Escaparse de uno mismo es fugarse de la vida y anular toda la posibilidad de mundos que podemos ser.

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