jueves, 30 de octubre de 2014

Breves reflexiones de un manojo de células.

Como siempre suele ocurrir, la realidad termina ganándole a tus sueños. Y el problema es como reaccionas ante semejantes golpes de nocaut.
El ser humano es frágil, la vida es fugaz. Y entre nuestra fragilidad y la fugacidad de la vida hay un infinito de posibilidades.
Creo en lo azaroso de la existencia. No puedo concebir en mi mente la idea de un Dios omnipotente. La idea tradicional del dogma cristiano de creer que hay “bueno” y “malo”, que hay cielo y hay infierno.
Todo esta rodeado de una cadena azarosa y misteriosa de casualidades. También de causas y consecuencias que no coinciden.
Hay algo raro en el aire, en el ambiente que se respira, hay algo raro en la vida, algo que se mueve subrepticiamente y no se puede reconocer. Es una brisa de incognoscibles orígenes, que te choca de frente y te deja helado. Una duda sofocante nos envuelve, quien es ese algo o ese alguien que maneja los hilos de este manojo de células que somos. Y la única certeza, saber que se acaba y que después no sabes que pasa. Esa cosa que los hombres le pusimos de nombre “la muerte” y que se te aparece cuando sea, cuando a ella se le canta.


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