Dice Freud que somos naturalmente agresivos y que la cultura nos produce malestar.
El termino ”cultura” lo utiliza no como formación intelectual sino como el conjunto de normas restrictivas de los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el orden social.
Dice mi viejo que ya es hora de ponerse a laburar, olvidar los sueños de poeta, despabilarse con las cachetadas de la realidad, mirar la vida a la cara, abandonar la suave comodidad del sillón y dejar que las asperezas me acaricien la existencia. En realidad no me lo dice así, me lo
dice mucho mas brutal y con menos sutilezas, pero como ustedes saben yo me hago el poeta y yo a mi papá lo hago hablar como a mi se me cantan las pelotas.
Mentiras de curriculum, capitalismo y Charles Bukowski
Hice mi curriculum vitae y no fui del todo sincero. Mentí en la parte de experiencia laboral. Puse que tenía dos años de experiencia en trabajos de cadete y de asistencia contable.
Hice algunos ajustes en el ítem “formación académica”, exageré mis cualidades, inventé cursos y seminarios a los cuales no asistí. Puse como referencia el teléfono de mi tío, el chamuyero, inventándole un puesto de gerencia en una empresa de autopartes (que en realidad es un desarmadero suyo que roza lo ilegal) para que hablara bien de mi, en fin… no me han llamado aun.
El sistema capitalista, o los valores burgueses, o la sociedad de consumo, o la economía de mercado, o este día a día de mierda, o cómo carajo sea que le quieras llamar, nos hace creer que la verdadera persona exitosa es aquella que consigue un buen trabajo, gana un buen sueldo y asciende rápidamente. Y ascender en la vida implica: comprarse un auto y tener una casa propia, si es posible, o por lo menos ganar lo suficiente para alquilar un buen departamento. También tener una linda esposa, dos hijos, los cuales son fanáticos de los productos Disney, van a una escuela privada donde aprenden varios idiomas, o por lo menos Ingles y Francés.
Charles Bukowski era alcohólico, vivía en una habitación de mierda, se cogía a putas baratas, a verdaderas mujeres. Escribía poemas. Fue exitoso, pero no a la manera capitalista. Aunque sus libros ahora venden mucho y su imagen también y quizá le da de comer al hijito rubio de algún editor yanqui. Él dice en un poema llamado “como ser un gran escritor” lo siguiente:
Tienes que tirarte a muchas mujeres,
bellas mujeres y escribir unos pocos poemas de amor decentes,
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Solo toma más y más cerveza.
[…]
Duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
O pagar cualquier cosa en término.
[…]
Agarra una buena maquina de escribir
Y mientras los pasos van y vienen
Más allá de tu ventana
Dale duro a esa cosa, dale duro.
Hice algunos ajustes en el ítem “formación académica”, exageré mis cualidades, inventé cursos y seminarios a los cuales no asistí. Puse como referencia el teléfono de mi tío, el chamuyero, inventándole un puesto de gerencia en una empresa de autopartes (que en realidad es un desarmadero suyo que roza lo ilegal) para que hablara bien de mi, en fin… no me han llamado aun.
El sistema capitalista, o los valores burgueses, o la sociedad de consumo, o la economía de mercado, o este día a día de mierda, o cómo carajo sea que le quieras llamar, nos hace creer que la verdadera persona exitosa es aquella que consigue un buen trabajo, gana un buen sueldo y asciende rápidamente. Y ascender en la vida implica: comprarse un auto y tener una casa propia, si es posible, o por lo menos ganar lo suficiente para alquilar un buen departamento. También tener una linda esposa, dos hijos, los cuales son fanáticos de los productos Disney, van a una escuela privada donde aprenden varios idiomas, o por lo menos Ingles y Francés.
Charles Bukowski era alcohólico, vivía en una habitación de mierda, se cogía a putas baratas, a verdaderas mujeres. Escribía poemas. Fue exitoso, pero no a la manera capitalista. Aunque sus libros ahora venden mucho y su imagen también y quizá le da de comer al hijito rubio de algún editor yanqui. Él dice en un poema llamado “como ser un gran escritor” lo siguiente:
Tienes que tirarte a muchas mujeres,
bellas mujeres y escribir unos pocos poemas de amor decentes,
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Solo toma más y más cerveza.
[…]
Duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
O pagar cualquier cosa en término.
[…]
Agarra una buena maquina de escribir
Y mientras los pasos van y vienen
Más allá de tu ventana
Dale duro a esa cosa, dale duro.
Evidentemente ese poema no es buena publicidad para el capitalismo y esta claro que el loquito Charles no era, ni es, un buen modelo de ciudadano burgués a seguir. Lo importante es que era buen escritor o al menos lo es para mí. Su poesía no es exuberante en palabras bonitas, es exuberante en situaciones cotidianas de marginalidad, en las pequeñas cosas, en el día a día tedioso del ser. Con sus vacíos y con sus miserias hacía de su vida también un poema. No era ningún careta, como miles de escritores que décadas después no se cansan de imitarlo, haciéndose los marginados, los rebeldes, los que no les importa nada y en realidad son bobos modernos, mediocres y sin talento.
Soñador de profesión
Soñador de profesión
Cuando terminé el secundario fui a una expo vocacional. Estaba llena de terciarios privados, universidades y chantas que ofrecían cursos pedorros. Al final concluí que mi mejor vocación o que la carrera mas adecuada para mi era la de “soñador crónico” y que no había universidad o institución educativa alguna que me educara en tal materia.
Dicen que soy autodidacta, que aprendo fácil y que tengo apetito por los buenos libros. Yo siempre les digo que no, que solo es tiempo al pedo ocupado en imaginar, en soñar y que de vez en cuando me leo algún cuentito, alguna novelita, algún poemita (todo así en diminutivo, para que suene mas tiernito, mas humildito) pero que eso no quiere decir que soy un tipo inteligente o que tengo un encéfalo al que le entra todo.
Jugar
Cuando era niño atrapaba hormigas, buscaba una telaraña en algún rincón y las tiraba para que quedaran atrapadas en esa rara pegajosidad que tanto me fascinaba. De pronto aparecía la araña de patas largas, como le decíamos todos, que eran las que mas abundaban y con una habilidad impresionante agarraba a la pequeña hormiguita y comenzaba a envolverla con la seda que expulsaba de su culo. Por alguna razón eso a mi me dejaba fascinado, probablemente por la razón de que era un niño, podía estar horas y horas, toda la tarde realizando ese macabro juego. Macabro y terrorífico para las hormigas, una felicidad enorme, una panzada para las agradecidas arañas, un entretenido juego para mí.
Dicen que soy autodidacta, que aprendo fácil y que tengo apetito por los buenos libros. Yo siempre les digo que no, que solo es tiempo al pedo ocupado en imaginar, en soñar y que de vez en cuando me leo algún cuentito, alguna novelita, algún poemita (todo así en diminutivo, para que suene mas tiernito, mas humildito) pero que eso no quiere decir que soy un tipo inteligente o que tengo un encéfalo al que le entra todo.
Jugar
Cuando era niño atrapaba hormigas, buscaba una telaraña en algún rincón y las tiraba para que quedaran atrapadas en esa rara pegajosidad que tanto me fascinaba. De pronto aparecía la araña de patas largas, como le decíamos todos, que eran las que mas abundaban y con una habilidad impresionante agarraba a la pequeña hormiguita y comenzaba a envolverla con la seda que expulsaba de su culo. Por alguna razón eso a mi me dejaba fascinado, probablemente por la razón de que era un niño, podía estar horas y horas, toda la tarde realizando ese macabro juego. Macabro y terrorífico para las hormigas, una felicidad enorme, una panzada para las agradecidas arañas, un entretenido juego para mí.