sábado, 30 de agosto de 2014

Otro popurrí de reflexiones de homo sapien.

Freud y mi viejo.
Dice Freud que somos naturalmente agresivos y que la cultura nos produce malestar.
El termino ”cultura” lo utiliza no como formación intelectual sino como el conjunto de normas restrictivas de los impulsos humanos, sexuales o agresivos, exigidas para mantener el orden social.
Dice mi viejo que ya es hora de ponerse a laburar, olvidar los sueños de poeta, despabilarse con las cachetadas de la realidad, mirar la vida a la cara, abandonar la suave comodidad del sillón y dejar que las asperezas me acaricien la existencia. En realidad no me lo dice así, me lo
dice mucho mas brutal y con menos sutilezas, pero como ustedes saben yo me hago el poeta y yo a mi papá lo hago hablar como a mi se me cantan las pelotas.


Mentiras de curriculum, capitalismo y Charles Bukowski
Hice mi curriculum vitae y no fui del todo sincero. Mentí en la parte de experiencia laboral. Puse que tenía dos años de experiencia en trabajos de cadete y de asistencia contable.
Hice algunos ajustes en el ítem “formación académica”, exageré mis cualidades, inventé cursos y seminarios a los cuales no asistí. Puse como referencia el teléfono de mi tío, el chamuyero, inventándole un puesto de gerencia en una empresa de autopartes (que en realidad es un desarmadero suyo que roza lo ilegal) para que hablara bien de mi, en fin… no me han llamado aun.
El sistema capitalista, o los valores burgueses, o la sociedad de consumo, o la economía de mercado, o este día a día de mierda, o cómo carajo sea que le quieras llamar, nos hace creer que la verdadera persona exitosa es aquella que consigue un buen trabajo, gana un buen sueldo y asciende rápidamente. Y ascender en la vida implica: comprarse un auto y tener una casa propia, si es posible, o por lo menos ganar lo suficiente para alquilar un buen departamento. También tener una linda esposa, dos hijos, los cuales son fanáticos de los productos Disney, van a una escuela privada donde aprenden varios idiomas, o por lo menos Ingles y Francés.
Charles Bukowski era alcohólico, vivía en una habitación de mierda, se cogía a putas baratas, a verdaderas mujeres. Escribía poemas. Fue exitoso, pero no a la manera capitalista. Aunque sus libros ahora venden mucho y su imagen también y quizá le da de comer al hijito rubio de algún editor yanqui. Él dice en un poema llamado “como ser un gran escritor” lo siguiente:

Tienes que tirarte a muchas mujeres,
bellas mujeres y escribir unos pocos poemas de amor decentes,
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Solo toma más y más cerveza.
[…]
Duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
O pagar cualquier cosa en término.
[…]
Agarra una buena maquina de escribir
Y mientras los pasos van y vienen
Más allá de tu ventana
Dale duro a esa cosa, dale duro.
Evidentemente ese poema no es buena publicidad para el capitalismo y esta claro que el loquito Charles no era, ni es, un buen modelo de ciudadano burgués a seguir. Lo importante es que era buen escritor o al menos lo es para mí. Su poesía no es exuberante en palabras bonitas, es exuberante en situaciones cotidianas de marginalidad, en las pequeñas cosas, en el día a día tedioso del ser. Con sus vacíos y con sus miserias hacía de su vida también un poema. No era ningún careta, como miles de escritores que décadas después no se cansan de imitarlo, haciéndose los marginados, los rebeldes, los que no les importa nada y en realidad son bobos modernos, mediocres y sin talento.

Soñador de profesión
Cuando terminé el secundario fui a una expo vocacional. Estaba llena de terciarios privados, universidades y chantas que ofrecían cursos pedorros. Al final concluí que mi mejor vocación o que la carrera mas adecuada para mi era la de “soñador crónico” y que no había universidad o institución educativa alguna que me educara en tal materia.
Dicen que soy autodidacta, que aprendo fácil y que tengo apetito por los buenos libros. Yo siempre les digo que no, que solo es tiempo al pedo ocupado en imaginar, en soñar y que de vez en cuando me leo algún cuentito, alguna novelita, algún poemita (todo así en diminutivo, para que suene mas tiernito, mas humildito) pero que eso no quiere decir que soy un tipo inteligente o que tengo un encéfalo al que le entra todo.

Jugar
Cuando era niño atrapaba hormigas, buscaba una telaraña en algún rincón y las tiraba para que quedaran atrapadas en esa rara pegajosidad que tanto me fascinaba. De pronto aparecía la araña de patas largas, como le decíamos todos, que eran las que mas abundaban y con una habilidad impresionante agarraba a la pequeña hormiguita y comenzaba a envolverla con la seda que expulsaba de su culo. Por alguna razón eso a mi me dejaba fascinado, probablemente por la razón de que era un niño, podía estar horas y horas, toda la tarde realizando ese macabro juego. Macabro y terrorífico para las hormigas, una felicidad enorme, una panzada para las agradecidas arañas, un entretenido juego para mí.

jueves, 21 de agosto de 2014

Que lindo.

Cuando la vida se convierte en un puñado de rutinas se te apaga el volcán interior.
Un cubito de hielo en lugar de corazón. Un ángel atrapado en un cuerpo de mono.
Que lindo cuando todo gira alrededor de un beso.
Que lindo cuando una mirada atrapa a otra y se gesta la eternidad en un instante.
Que lindo Because de The Beatles sonando fuerte, perfumando la tarde.

Si haces ruido con el alma los sueños se despiertan.
Por eso hay quienes andan con el silencio a sus espaldas.
Seres alados de alas heridas. Animalitos que aprendieron a imaginar.
Una combinación de soledad y distancia. Un largo viaje hacia el adentro.
Que lindo cuando se materializa un sueño.
Que lindo llenarse la cabeza de palabras que hacen música.
Que lindo cuando las palabras danzan y escriben frases bonitas que describen el vacío.

martes, 19 de agosto de 2014

Hay ceremonias en el poema.

Odio cuando mis poemas se llenan de abstracciones.
Odio que la locura de la forma no termine diciendo nada.
Odio mis palabras y también las amo, pero estoy enamorado de mis silencios.
Y en aquel amor tan callado es difícil ejercer la musicalidad.

Sometido a una soledad de acero, esclavo de mis obsesiones, de mis miedos, de mis demasiadas mañas.
Como un pez en una pecera, soy libre…pero hasta ahí.

Quiero ir hasta el fondo del poema, ahogarme en él.
Pero siempre estoy en sus bordes, circundándolo, rodeándolo, orbitando su misteriosa verdad.
Esa esfera perfecta que es el poema, se me niega, se me esconde.
Y yo, aunque mi cuerpo lo niegue, sigo siendo un niño y me estoy hartando de jugar a las escondidas.

domingo, 17 de agosto de 2014

Un hombre es…

Un hombre es muchos hombres. Un hombre es miles de hombres.
Un hombre es los hombres que le dieron vida, los hombres que lo alimentaron.
Los hombres que lo vieron crecer. Los hombres que crecieron con él.
Un hombre es miles de hombres y para ser justos: un hombre es miles de mujeres.
Un hombre es la mujer que le dio la vida. Un hombre es la mujer que lo hizo crecer.
Un hombre es la mujer que lo enamoró, un gran hombre es la gran mujer que esta incrustada en su corazón.
Un hombre es los muchos o pocos libros que leyó.
Un hombre es todos los poemas que escribió y los que no.
Un hombre es todas las canciones que escuchó y las que compuso nutriéndose de ellas.
Un hombre es la obra maestra de muchos hombres, una combinación de mono y sentimientos, de emociones y racionalidad.
Un hombre es todas las lágrimas que de los ojos de todos los hombres alguna vez manaron.
Un hombre es las infinitas sonrisas, de los infinitos rostros, de los infinitos hombres que habitaron y habitan la tierra.
Al final, el hombre es tan semejante maraña de hombres que tiendo a creer que todos los hombres son el hombre. Y que la singularidad de cada uno es una parte del todo, no menos infinita que el todo.

viernes, 15 de agosto de 2014

Un Bondi lleno de mundos

El está demasiado duro para este mundo blando. Psicología callejera y Topper de lona.
Escuchando a Charly en la parada del bondi. El está demasiado duro para este mundo blando.
Estuvo todo el día esnifando rutinas capitalistas, narcotizado por la vida áspera de chico de barrio. De cultura futbolera, argenta, rockera y ricotera.
Lo ve venir. A ese vehículo largo repleto de almas esclavas, de corazones que ya no laten, de corazones endurecidos. Pero a él poco le importa el mundo y sus seres siniestros. Él, como dice la canción: “ya estaba duro mucho antes”.
Hace parar al colectivo y cuando sube le clava al morrudito chofer sus ojos redondos y paranoicos y le dice: ”uno hasta Neuquén, por favor” entregándole un billete con la imagen del creador de la bandera argentina. El chofer recibe los 10 pesos y le da de cambio lo que valen un puñado de caramelos.
Camina por el pasillo del colectivo esquivando viejas con cara de “no soy feliz, pero tengo celular”. El pibe tiene la mirada fija en la parte del fondo donde puede divisar un asiento que alguien despreció por estar ubicada al lado de otra que esta ocupada por un pasajero de origen jujeño, salteño o tal vez boliviano. Y esta pasado de copas, o mejor dicho, de varias cajas de tinto barato.
Se sienta al lado del ebrio personaje y comienzan a intercambiar saludos.

–HolaS, esta bonito el viaje no?-

-Hola…no sé, yo recién subo, igual seguro vos hablas de otro viaje, del que tenes ahora en el bocho.-

El hombre lo mira con cara de no entender absolutamente nada e inmediatamente se levanta y toca el timbre para que el colectivo lo deje en uno de los últimos barrios de la narcotizada y aburrida ciudad de Plottier.
El efecto de la cocaína en los nervios del pibe lo hace mirar hacia todos lados. Mira cuidadosamente todo. Intenta la charla con la señora de al lado, fracasa. Hay algo en él o en su mirada de ojos demasiado redondos que hace fracasar cualquier interacción con alguien. Busca que una chica de enrulados pelos le devuelva la sonrisa. Sonrisa siniestra, de dientes endemoniados, sonrisa que la hermosa doncella no le devuelve.
Acto seguido saca su celular y le conecta los auriculares. A los segundos comienza a escuchar una canción y comienza también a cantarla, a interpretarla. Muy fuerte y desafinado, muy horrendamente dramático, moviendo los brazos, imitando con las manos y los dedos la ejecución de un solo de guitarra.
La pequeña gran multitud que habita el bondi lo mira de una manera cómica, como si nunca hubieran visto un tipo en estado de paroxismo provocado por la melodía de una canción, como si nunca hubieran visto un tipo drogado, como si nunca hubieran visto.
El pibe se da cuenta que lo miran, el pibe se da cuenta de todo, cuando el puñado de pasajeros viene el pibe fue y vino como cinco veces. De pronto detiene sus alocados gestos y deja de cantar desaforadamente. De pronto un silencio sepulcral, como si algo muy malo hubiera sucedido. Pero no. El pibe ríe a carcajadas, la multitud se enoja y se oyen entre murmullos algunos comentarios al respecto: “¡¡este tipo esta completamente loco!! ¡¡Está de la cabeza! ¡¡Es un pelotudo!! ¡¡Pobre pibe!!”
Se baja del colectivo y lo primero que hace, en contra de la inercia por seguir latiendo, en contra de la inercia vital, del pulso y la respiración que mantienen vivo a ese mono complejo de ideas básicas, es introducirse un manojo de pastillas letales. Para bajar, para subir, él ya no sabe para qué.
Un pasajero se baja, sube otro. Como si de llenar espacios se tratara. La chica paga su boleto. Local, 4 pesos. Es una veintiañera con una remera de The Beatles, la frase All you need is love estampada en ella, a la altura de las tetas, los 4 ingleses y sus caras bobas mas abajo.
Tiene los pelos teñidos. No de un solo color sino de varios. Rojo, rubio, algunas mechas lilas, muy psicodélico en su conjunto.
Ella se mueve como bailando, seguramente impulsada por la música que se mete por sus tímpanos a través de esos auriculares que son muchos mas grandes que una oreja promedio.
Ella camina hacia el fondo, para ocupar el espacio dejado por el drogado anterior. Se sienta y observa el panorama, se inclina hacia atrás y cierra sus amarronados ojitos chinos. Bosteza, hace como que se duerme, permanece tranquila, con el cuerpo débil y las piernas estiradas.
Tiene una hermosura extraña, tiene una paz infinita, le aparecen sonrisas en la cara en intervalos regulares de tiempo.
En la parte de adelante hay dos señoras cincuentonas y hablan con el volumen alto de su voz sobre la inutilidad de hacer algo con la juventud. “no valoran nada… se perdió el respeto… no tienen responsabilidad alguna…” son algunas de las sentencias de las viejas.
El largo vehículo hace una parada para levantar pasajeros. Apenas se abre la puerta delantera, luego del conocido chillido de las gomas gastadas y los mecanismos viejos y secos, se oye algo así como un tamborcito o algún otro instrumento de percusión. Suben tres pibes. Uno pelado y los otros dos con largas rastas y ojos al rojo vivo.
La musiquita que sale de sus tambores, o no sé que carajo, llena el ambiente de un alegre candombe, murga o no sé que carajo. La cuestión es que el ruido se torna irritante. Pero de pronto dejan de tocar y el pibe calvo que porta una guitarra criolla, lucido y de voz ronca toma la palabra:
-Bueno gente, esperamos no arruinarles el viaje, por el contrario, queremos tocarle REGALARLES, eh….bueno esto que nosotros hacemos….eh, nuestra música. Eh bueno nada….somos un grupo de jóvenes que integramos una formación que hace música de origen africana con algunas combinaciones reggae…les vamos a tocar algunas cositas y después si ustedes pueden y si desean pueden cooperar con alguna moneda para nuestra subsistencia….bueno…ahí vamos eh.
La música, que pretende ser armónica, por momentos se vuelve una combinación caótica de percusiones y coros desafinados de voces roncas. La cuestión es que todo termina luego de algunos interminables minutos. Los aplausos aparecen luego de un efímero silencio incomodo.
Uno de los rastas saca un sombrero, que no llevaba puesto sino escondido bajo una campera. Comienza a circular por el pasillo del colectivo mientras el pelado orador da las gracias y repite unas cuantas palabras alabando a un público falsamente entusiasta.
El tipo con el sombrero recorre cada fila de asientos, lo hace de manera muy meticulosa, tomándose unos segundos con cada pasajero para convencerlos de que pongan una moneda.
Si el pasajero es indiferente, sobre todo si no deja el preciado dinero, el pseudo-rastaman pierde la paz y le clava los ojos rojos, furiosos, tan agresivamente que literalmente lo caga a trompadas con la mirada.
Finalmente el grupito de “músicos” callejeros da un saludo final y se retira bajando de la misma manera en que subieron: ruidosos, alegres y ridículos.
Luego del momento musical el colectivo avanza unos 500 metros y se detiene en una parada que esta frente a una escuela. Escuela secundaria, con orientación agropecuaria. Estudiantes juguetones, ruidosos, irritantes, con sus voces chillonas, dando manotazos. Llenos de vitalidad y con sus poros brotando hormonas.
Y entre tanto quilombito móvil y bamboleante, no se puede explicar cómo es que esa chica, que está sentada a mitad del bondi, del lado del pasillo, puede leer ese libro. Bestiario, de Cortazar, el cuento: “Omnibus”. Ella esta como abstraída de todo, en algún lugar distinto, atrapada en el relato. Sus ojitos tan chiquitos detrás de esos anteojos gruesos recorren las líneas del texto de manera frenética, concentradísima.


jueves, 14 de agosto de 2014

El volcán apagado

Neuronas quemándose, sinapsis que arden.
Pensamientos que queman, ideas como brasas, lenguas que escupen cenizas.
Hay un volcán interior, hay lava en los ojos.
Una bocanada de aire es alimentar la combustión.
El corazón es una fragua que funde emociones, las convierte en lágrimas y sonrisas.
Lejos, en la superficie, la comodidad convierte en humo toda erupción.