Tu mirada estruendosa enmudeció mis ojos. No supe que
hacer ante tal belleza onírica. La almohada me aturdía con los ecos de tu voz.
Mis efímeros ojos fueron testigos de la eternidad de aquella mirada. Fue uno de
esos sueños donde no escapas preguntándote “¿esto es un sueño?”, fue una de
esas ilusiones donde la realidad dormía cómodamente entre tus ojos. No recuerdo
como fue que desperté, pero estaba obnubilado, perdido, desorientado, casi
dormido, casi despierto, pero con una parte de mi aun allí.
Días después, mucho más lucido, me encontraba todavía
divagando en ese sueño. Me preguntaba por qué te recordaba aun con tanto
detalle pero sin recordar de donde te recordaba, en que vida o en que mundo nos
habíamos conocido, porque lo extraño era eso, la sensación de conocerte de toda
una vida pero sin embargo no saber quien sos, no recordarte.
Y entonces concluí que solo eras otra más en mi
imaginación, otro habitante creado por mi hiperactiva mente alocada. Me ha a
pasado muchas veces, imagino mundos ideales donde conozco gente acorde a lo que
mis necesidades necesitan, imagino lugares y los lleno de mis luces y también
de mis sombras. Quizá de allí seas. Me calme por fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario