Las
palabras caen de gota en gota sobre la hoja digital.
El
reloj da las cinco y veintiséis y yo me preocupo por los mareos molestos que me
inquietan.
La
perdida de tiempo también me preocupa pero la danza hipnótica de la rutina me
hace seguir.
Me
olvido pronto de los mareos y vuelvo a viajar.
Esquivo
las luces y me refugio en las sombras.
Soy una
enfermedad para mi integridad física y en este momento no necesito mucho de mis
neuronas.
Las
alas aparecen en mi espalda y las palabras vuelan, es fácil atraparlas, es
fácil agruparlas.
Escapo
de la rima y de la música, me voy por cualquier camino, me pierdo, me gusta
hacerlo de vez en cuando.
Me
disipo en las sombrías ventanas que se abren y mi vapor forma una casa de
muchas puertas.
De
pronto la puerta más grande se abre y sale de allí una gran vaca de tres
cabezas.
Demonios
pequeños saltan a su lado, son simpáticas sus risas y revolotean alrededor del
eventual mundo.
La
incertidumbre aparece de un chispazo y reparte certezas a los invitados, sirve
en bandejas las cabezas de la vaca ya sacrificada y esparce su sangre azul por
todo el espacio.
Mientras
tanto el intermitente cielo fucsia dibuja una luna naranja con aromas de limón,
y yo corto en rodajas la tierra y me esfumo entre las cenizas que invaden el
aire.
Adoro lo que escribís.
ResponderEliminarGracias Sonri Linda ,yo te adoro a vos!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar