miércoles, 24 de julio de 2024

Trabajar la piedra

Repeticiones y anhelos truncos, círculos viciosos, existencia cíclica, nostalgia infantil, rechazo y estrés, repeticiones y anhelos truncos. Lo racional se disloca, las palabras muerden y lloran, el lenguaje accede a la locura y se pierde y en esa pérdida estoy y con esa pérdida funciono. Un irse del sentido para justamente encontrarle un sentido a las cosas, escarbar en el vacío buscando contenidos que me llenen y me contengan. Pero todo acceso a un orden lleva consigo el desorden del espíritu, el sueño de una fiesta del alma, lo dionisiaco queriendo entrar a romper las estructuras de lo apolíneo. Es una lucha entre la belleza que me fabrico y mi barbarie primigenia, ese delirio arcaico queriendo imponerse ante las estéticas artificiales de mis mundos irreales.

El concepto siempre triunfa, si no triunfara no podría escribir el párrafo anterior ni tampoco éste. La construcción formal se formaliza y entonces le puedo llamar a esto “TEXTO”. Lo que no puedo hacer es llamarlo POEMA, porque el poema debe ser una fiesta del alma, aunque no necesariamente le haga tributo a la palabra fiesta, pues el poema puede ser una fiesta de la tristeza o la melancolía, tal vez es mejor remplazar la palabra POEMA por la palabra canción y entonces funciona mejor. Una canción a la tristeza o una canción por la tristeza, de todas maneras, la palabra CANCION le hace más justicia a la música que me pretendo.

Tratar de escribir algo que valga la pena y el esfuerzo, trabajar la piedra para que se forme un ángel o un demonio. Horadar con palabras la dureza del silencio, extraerle un ritmo y una melodía a lo incomunicable y que el misterio del que todos nos alimentamos muestre por fin alguno de sus rostros. De todo eso se trata esto.

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