Es momento de dejar de fingirme terrestre y aceptar lo aéreo que me constituye.
Soltarme para siempre, dejarme llevar por el viento.
Anclado al mundo no lograre nada, me urge, me llama, una flotabilidad estetizante.
La belleza del aire, lo liviano, lo que levita y vuela, el confort de lo abstracto.
Siento la necesidad de abandonar la fealdad de la tierra, la mugre de lo real.
Ya sé, pensarás que estoy escapando, que soy un cobarde escondido tras la máscara de lo sensible.
Pero no hay nada más auténtico que pensarme ajeno y anhelar la utopía del viaje sin retorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario