El planeta gira armonioso e indetenible, la vida fluye, la gente compra y vende, se enamora y se odia, yo sobrevivo irrelevante e indiferente mientras la tele transmite pasiones futboleras que no entiendo.
Hace rato dejé de creer en Dios, en realidad nunca creí. Siempre me habitó un pesimismo férreo. Las cosas no pueden cambiar, son así, la vida es demasiado poca cosa para darle la importancia que le dan.
Por carecer de alas el humano caminó y tropezó. Y por lo mismo pudo volar. El deseo te mantiene vivo, por el deseo uno respira.
Las vaguedades de estas líneas me mantienen ocupado mentalmente, me olvido de la poca cosa que soy y me disperso, me transformo en palabras en una hoja, en frases que quieren ser un párrafo, en párrafos que anhelan una coherencia, en una coherencia que sea finalmente relato, narración, historia, ficción.
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