Allá, en las brisas incomunicables, encontré una vez algunos silencios musicales.
Con obsesión y terquedad persistí en el lugar. Me quedé por la inocente ilusión de que la canción perdure, pero las melodías se perdieron, la música se calló.
Recurrí, casi con resignación, a la antipoética razón, al mentado raciocinio.
Quise medir las palabras, inventar matemáticamente un ritmo, jugar incluso a la rima, pero bien escondida estabas y mis ojos demasiado vendados.
Concluí que ya no hay un tema para la poesía.
Es ella misma el tema.
Y me dije "qué fracaso del hombre empírico perderse en la abstracción de escribir sobre el escribir."
Tanto eco y repetición de lo mismo, siento que soy un deja vu con lapicera en mano.
Tan esquiva y tan simple que me siento un tonto cuando me pinta complejizarte.
Versión 2
Las brisas incomunicables, los silencios musicales.
La obsesión y terquedad del lugar que origina canciones.
Pero sucede que la música de pronto se calla, deja de manar.
Y entonces la resignación de volver a la antipoética razón, al mentado raciocinio.
Medir las palabras, inventar matemáticamente un ritmo, jugar a la rima, recorrer la ruta del fracaso.
Tanto eco y repetición de lo mismo, otra vez soy un deja vu con lapicera en mano.
Tu naturaleza esquiva y simple me lleva inevitablemente a la burda complejidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario