martes, 22 de noviembre de 2016

El Word, el teclado, el grillo y yo.

La hoja en blanco me mira y dice « ¿Y…qué onda? ».
El cursor titilante, canchero y desafiante.
El mugroso teclado con su mugroso alfabeto.
Las letras tan ellas en su mismidad, tan poco solidarias no queriendo juntarse para formar palabras.
Luego de mucho esfuerzo mental-espiritual, luego de revolver en la vacuidad, encuentro una frase.
La frase, no pudiendo ser de otra manera viniendo de la vacuidad, es vacua, insulsa, poco creativa, irrelevante…pero es algo.
El ruidito del tipeo irrumpe la repetida melodía del grillo.
Ese bicho de soledad arrinconada intenta también una música.
Pero el grillo tiene mejor suerte, su música si es música y no sólo silencio abstracto de vacuidad irrelevante.

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