jueves, 24 de noviembre de 2016

Inevitablemente soy.

Soy una trama de obsesiones, una repetición de mañas.
Un autómata emocional de lágrimas y sonrisas robotizadas.
Soy la deidad endeble de mi universo frágil.
Un mecanismo de engranajes flojos, de tornillos desaflojados.
Soy el que flaquea y tiembla ante la vida.
Un pobre imbécil jugando a comerse el mundo.
Soy el que ruge como león mientras mi corazón ronronea.
Un animal idiotamente asustadizo que juega al dinosaurio.
Siento como se me oxidan los pulmones de tanto respirar esta atmósfera paródica.
Quiero activar mi costadito revolucionario pero mi mente es la de un gil de este tiempo irónico.
Soy un payaso más que ríe cínicamente mientras se le pudre el mundo.
Animal de naturaleza pesimista, de ferocidades y bestialidades light.
Soy una congregación de carencias, un hueco que no se llena.
Soy pensamiento disperso, de conducta patológica, de acto reflejo lento superlento.
Soy potencialidad sin ganas de ser potencia, energía que se pierde masticando aire.
Soy, inevitablemente soy, pero siento que no existo.
Soy, inevitablemente soy.

martes, 22 de noviembre de 2016

El Word, el teclado, el grillo y yo.

La hoja en blanco me mira y dice « ¿Y…qué onda? ».
El cursor titilante, canchero y desafiante.
El mugroso teclado con su mugroso alfabeto.
Las letras tan ellas en su mismidad, tan poco solidarias no queriendo juntarse para formar palabras.
Luego de mucho esfuerzo mental-espiritual, luego de revolver en la vacuidad, encuentro una frase.
La frase, no pudiendo ser de otra manera viniendo de la vacuidad, es vacua, insulsa, poco creativa, irrelevante…pero es algo.
El ruidito del tipeo irrumpe la repetida melodía del grillo.
Ese bicho de soledad arrinconada intenta también una música.
Pero el grillo tiene mejor suerte, su música si es música y no sólo silencio abstracto de vacuidad irrelevante.