En el silencio se pueden oír tus voces mudas.
Hay otro mundo que no se siente con la piel, donde no se mira con los ojos, donde le cantamos al silencio.
Una lágrima que sonríe, un beso que descubrió el refugio donde se esconde el alma.
La poesía te oxigena, la poesía te ahoga.
Alguien te ladra y vos temblas, un miedo enorme te atrapa.
Alguien encarcela una sonrisa, alguien le abre la jaula al pájaro.
En este cuerpo hay un esqueleto extranjero, hay un corazón asustado.
¿A quien le teme este manojo de casualidades, a quien le teme este mono horrendo?
La lucidez y el orden no es lo mío, me siento bien en el delirio y en el caos.
Un alma carroñera mastica mi carne y se nutren de mí mis fantasmas.
Quiero caminar mis infiernos y soñar mis paraísos.
No quiero que alguien perturbe la violencia de mi paz.
El fuego necesita consumirme, es necesario alimentar la combustión.
Con mis hermosos demonios y con los estúpidos ángeles llenos de putrefacta bondad.
Me voy, aun no sé cuando, pero sé que me voy.
Y esa es mi única certeza, es la de todos.
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