Soñar como mecanismo de destruir realidades.
Llenar las almohadas de ilusiones.
Escapar del planeta de conformistas habitantes.
Caótico y delirante soñador, no despiertes nunca que el mundo es un puto fraude.
Sueña cuando duermas, sueña cuando despiertes, sueña todo el día y toda la noche, sueña aun en los insomnios, sueña con el sueño.
El onirismo es salud aunque los señores de guardapolvo blanco digan lo contrario.
Lo que enferma es el tedio de esta concreta realidad, de esta vida gris, de esta fauna de canes y felinos que se comen sin comerse, lo que aburre es que no tengan alas y que estén tan pegados al estéril y aburrido suelo.
Sueños lucidos, sueños controlados por una conciencia que quiere ahogarse en ellos y los deja ser.
Sueños con la capacidad de despertarnos como de una bofetada.
Sueños que acalambran el pensar, sueños que quieren seguir soñando.
Sueños que escapan y se esconden temerosos. Pero ¿A qué le temen?
Le temen al despertar para siempre, al estar demasiado lucido. Le temen al ser autómata de autómatas sentimientos.
