miércoles, 13 de marzo de 2013

La poesía, tormenta que todo arrasa.


La hoja en blanco siempre da miedo. Se parece mucho a pararse al borde de un abismo.
La pagina sin letras esta diciendo con su silencio colorido que las palabras no le ganan.
Pero tarde o temprano se desata la tormenta y las letras como gotas caen de a una para llenar de charcos la vacuidad gigantesca del espacio.
Tantas cosas que se pueden escribir con la tormenta, que pocas son las que empapan la hoja, que pocas las cuestiones que te mojan el corazón.
Si no se siente la necesidad de tormenta los truenos no son ruidosos y los rayos poco luminosos y toda la energía esta apagada.
Es lluvia helada, es agua cálida, puede ser grotesca solidez o nieve que quema. Pero si es tormenta es porque es verdad.
En el planeta donde el fuego te moja y la lluvia te prende fuego  la poesía sucede como una tormenta. La poesía es lluvia en forma de música, es melodía en el silencio, es silencio que canta soledades, que cubre los espacios agrietando todo, rompiendo todo, desestructurando todo, desmecanizándo todo.
La poesía juega con el niño que todos somos y se hamaca en nuestro abismo, la poesía inquieta se mueve por los rincones oscuros de nuestro ser, busca luz para brillar como una estrella y no siempre encuentra la manera de hacer sonrisas con tristeza.
La poesía duerme a la razón, la hace soñar, le muestra el corazón, trata de enamorar sutilmente utilizando la pasión.  Y la cabeza sin embargo sentencia duramente que la poesía siempre pierde, que la poesía fracasa porque es solo una tormenta  y nunca asusta aunque a veces obnubila al pensador.
No hay que llover para vivir podrán decir, no hay que volar cuando se tiene dos pies y se es un pedazo de humanidad pegado al suelo, no hace falta la tormenta. A la poesía no le importa, la poesía sucede porque si, las tormentas no le piden permiso al hombre para ser. La poesía lo cubre todo y no hay quien la detenga, ni los espacios en blanco que parecen abismos ni la constante y crítica razón. La poesía fue, es y será siempre tormenta que todo arrasa.

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