Tu partida contiene tristeza en estado líquido. Tu partida me empapa el corazón. La humedad invade la sequedad de mi cara, gruesas gotas caen.
De tristes aleteos de sueños se compone mi vida. Volar es parte del plan, caer es parte del plan.
No sirve espantar soledades con amistades fabricadas, no sirve el universo sin el vacío, no hay música sin silencios.
Evadir al otro es en esencia escaparse de uno mismo, el que odia el amor no puede sonreírle a la vida.
¿Que tan lejos esta la cercanía con la muerte? ¿Cuan aproximado es el sueño eterno cuando se duermen las utopías?
Estoy cansado de las brisas necesito los huracanes. La comodidad carcome la vida, necesito enredarme en el caos y organizar mis mundos, necesito de la destreza de mi corazón y de las gambetas de mi alma, necesito esquivar la preocupación por el tiempo.
Leer es la única manera de volar sin tener alas. Escribir es construir tus propias alas, pluma por pluma. Escribir es destruir el paraíso y construir un infierno a la medida de tus demonios. Las palabras, los silencios, los odios, los miedos, los amores, todo me habla, todo me llama. De eso se trata esto.
lunes, 18 de marzo de 2013
miércoles, 13 de marzo de 2013
La poesía, tormenta que todo arrasa.
La hoja en blanco siempre da
miedo. Se parece mucho a pararse al borde de un abismo.
La pagina sin letras esta diciendo con su silencio
colorido que las palabras no le ganan.
Pero tarde o temprano se desata la tormenta y las letras
como gotas caen de a una para llenar de charcos la vacuidad gigantesca del espacio.
Tantas cosas que se pueden escribir con la tormenta, que
pocas son las que empapan la hoja, que pocas las cuestiones que te mojan el
corazón.
Si no se siente la necesidad de tormenta los truenos no
son ruidosos y los rayos poco luminosos y toda la energía esta apagada.
Es lluvia helada, es agua cálida, puede ser grotesca
solidez o nieve que quema. Pero si es tormenta es porque es verdad.
En el planeta donde el fuego te moja y la lluvia te
prende fuego la poesía sucede como una
tormenta. La poesía es lluvia en forma de música, es melodía en el silencio, es
silencio que canta soledades, que cubre los espacios agrietando todo, rompiendo
todo, desestructurando todo, desmecanizándo todo.
La poesía juega con el niño que todos somos y se hamaca
en nuestro abismo, la poesía inquieta se mueve por los rincones oscuros de
nuestro ser, busca luz para brillar como una estrella y no siempre encuentra la
manera de hacer sonrisas con tristeza.
La poesía duerme a la razón, la hace soñar, le muestra el
corazón, trata de enamorar sutilmente utilizando la pasión. Y la cabeza sin embargo sentencia duramente
que la poesía siempre pierde, que la poesía fracasa porque es solo una
tormenta y nunca asusta aunque a veces
obnubila al pensador.
No hay que llover para vivir podrán decir, no hay que
volar cuando se tiene dos pies y se es un pedazo de humanidad pegado al suelo,
no hace falta la tormenta. A la poesía no le importa, la poesía sucede porque si,
las tormentas no le piden permiso al hombre para ser. La poesía lo cubre todo y
no hay quien la detenga, ni los espacios en blanco que parecen abismos ni la
constante y crítica razón. La poesía fue, es y será siempre tormenta que todo
arrasa.
jueves, 7 de marzo de 2013
Enloquecer, enloquecer, enloquecer.
Para calmar la sed de mi alma quiero
ahogarme en tus humedades.
La solución a mi, siempre sos vos y si
no sos vos es algo que hay en tus ojos.
Y sin embargo siempre deduzco,
inevitablemente, que no hay quien me complete.
Soy un fragmento de sustancia a la
deriva, estoy perdido y me cuesta mucho encontrarme.
Deambular muerto en el mundo de los
vivos no es poca cosa, hay que saber deambular.
Transitar calles que muchos caminaron ya
y aun así sentirse único.
Gritarle mudamente al universo que
quiero comerme al mundo, sonreír como un loco anhelando los sueños que soñé
despierto y luego pensar en morir.
No hay soluciones rápidas ni sueños
que se cumplan, la realidad es dura y aburrida y yo me golpeo en ella inevitablemente.
Busco un lugar donde quepa mi corazón
y todo me parece pequeño.
La gigantesca ambición de comerme a la
humanidad entera, vomitar luego restos de odio, de amor y de locura.
¿Cuanto hay de mí en vos? ¿Que tan
parecido somos?... ya me no me alcanzan
los pies para caminar tu mundo, sos inacabable, inagotable amor que combustiona
quemándome, quemándonos.
Y si el mundo no nos quiero con
nuestros mundos dentro de él, no quedara otra que vivir de la ilusión y de los
fragmentos de realidad que con ellas se puede hacer.
Hay que estallar, hay que prenderle
fuego al paraíso, hay que caerse en el incendio, zambullirse y mojarse con las
llamas, hacer humo y cenizas nuestro cuerpo…enloquecer, enloquecer, enloquecer
y nada más que enloquecer, negar que un día fuiste cuerdo, enloquecer,
enloquecer, enloquecer.
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