lunes, 18 de marzo de 2013

Viajes o reflexiones.

Tu partida contiene tristeza en estado líquido. Tu partida me empapa el corazón. La humedad invade la sequedad de mi cara, gruesas gotas caen. 
De tristes aleteos de sueños se compone mi vida. Volar es parte del plan, caer es parte del plan.
No sirve espantar soledades con amistades fabricadas, no sirve el universo sin el vacío, no hay música sin silencios.
Evadir al otro es en esencia escaparse de uno mismo, el que odia el amor no puede sonreírle a la vida.
¿Que tan lejos esta la cercanía con la muerte? ¿Cuan aproximado es el sueño eterno cuando se duermen las utopías?
Estoy cansado de las brisas necesito los huracanes. La comodidad carcome la vida, necesito enredarme en el caos y organizar mis mundos, necesito de la destreza de mi corazón y de las gambetas de mi alma, necesito esquivar la preocupación por el tiempo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

La poesía, tormenta que todo arrasa.


La hoja en blanco siempre da miedo. Se parece mucho a pararse al borde de un abismo.
La pagina sin letras esta diciendo con su silencio colorido que las palabras no le ganan.
Pero tarde o temprano se desata la tormenta y las letras como gotas caen de a una para llenar de charcos la vacuidad gigantesca del espacio.
Tantas cosas que se pueden escribir con la tormenta, que pocas son las que empapan la hoja, que pocas las cuestiones que te mojan el corazón.
Si no se siente la necesidad de tormenta los truenos no son ruidosos y los rayos poco luminosos y toda la energía esta apagada.
Es lluvia helada, es agua cálida, puede ser grotesca solidez o nieve que quema. Pero si es tormenta es porque es verdad.
En el planeta donde el fuego te moja y la lluvia te prende fuego  la poesía sucede como una tormenta. La poesía es lluvia en forma de música, es melodía en el silencio, es silencio que canta soledades, que cubre los espacios agrietando todo, rompiendo todo, desestructurando todo, desmecanizándo todo.
La poesía juega con el niño que todos somos y se hamaca en nuestro abismo, la poesía inquieta se mueve por los rincones oscuros de nuestro ser, busca luz para brillar como una estrella y no siempre encuentra la manera de hacer sonrisas con tristeza.
La poesía duerme a la razón, la hace soñar, le muestra el corazón, trata de enamorar sutilmente utilizando la pasión.  Y la cabeza sin embargo sentencia duramente que la poesía siempre pierde, que la poesía fracasa porque es solo una tormenta  y nunca asusta aunque a veces obnubila al pensador.
No hay que llover para vivir podrán decir, no hay que volar cuando se tiene dos pies y se es un pedazo de humanidad pegado al suelo, no hace falta la tormenta. A la poesía no le importa, la poesía sucede porque si, las tormentas no le piden permiso al hombre para ser. La poesía lo cubre todo y no hay quien la detenga, ni los espacios en blanco que parecen abismos ni la constante y crítica razón. La poesía fue, es y será siempre tormenta que todo arrasa.

jueves, 7 de marzo de 2013

Enloquecer, enloquecer, enloquecer.

Para calmar la sed de mi alma quiero ahogarme en tus humedades.
La solución a mi, siempre sos vos y si no sos vos es algo que hay en tus ojos.
Y sin embargo siempre deduzco, inevitablemente, que no hay quien me complete.
Soy un fragmento de sustancia a la deriva, estoy perdido y me cuesta mucho encontrarme.
Deambular muerto en el mundo de los vivos no es poca cosa, hay que saber deambular.
Transitar calles que muchos caminaron ya y aun así sentirse único.
Gritarle mudamente al universo que quiero comerme al mundo, sonreír como un loco anhelando los sueños que soñé despierto y luego pensar en morir.
No hay soluciones rápidas ni sueños que se cumplan, la realidad es dura y aburrida y yo me golpeo en ella inevitablemente.
Busco un lugar donde quepa mi corazón y todo me parece pequeño.
La gigantesca ambición de comerme a la humanidad entera, vomitar luego restos de odio, de amor y de locura.
¿Cuanto hay de mí en vos? ¿Que tan parecido somos?...  ya me no me alcanzan los pies para caminar tu mundo, sos inacabable, inagotable amor que combustiona quemándome, quemándonos.
Y si el mundo no nos quiero con nuestros mundos dentro de él, no quedara otra que vivir de la ilusión y de los fragmentos de realidad que con ellas se puede hacer.
Hay que estallar, hay que prenderle fuego al paraíso, hay que caerse en el incendio, zambullirse y mojarse con las llamas, hacer humo y cenizas nuestro cuerpo…enloquecer, enloquecer, enloquecer y nada más que enloquecer, negar que un día fuiste cuerdo, enloquecer, enloquecer, enloquecer.