lunes, 7 de enero de 2013

En ese constante pudrir de la vida


Infinitamente tu distancia me golpea…  y con cada golpe despierta más silencio.
Con cada caricia, con cada mirada, con cada sonrisa, con cada beso  que no estoy dando  mi amor se pudre.
Y cuando las cosas caen en el silencio y en la soledad mi alma se encarcela, no tiene donde ir y también se pudre.
Y en ese constante pudrir de la vida mis sueños comienzan a apestar, descomponiéndome, hundiéndome en la inmoralidad permanente.
Y entre tibias brisas de clima artificial mi naturalidad se pierde y comienzo a ser otro.
Caigo en lo común y en la vacuidad de las cosas, ya no me llena de palabras un libro, ya no me cantan las canciones, me aburre la diversión y soy lo que no quiero ser: un ser lleno de vacíos, inundado de lágrimas, acompañado de silencios y soledades.

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