viernes, 19 de octubre de 2012

Reflexiones de una tarde conmigo.


Si me distancio de mi soledad comienzo a extrañarla muy pronto, creo que soy adicto a su compañía, la necesito como el agua o como la cerveza algún sábado.
Tengo la infantil ilusión de ser un niño por siempre, juego con mis muchos planetas, me disfrazo de otros hombres y soy el mejor de mi mundo.
Me aburre muchísimo mi presente y me cuesta demasiado imaginar un futuro, sufro de adicción por mi pasado.
Me alimento de abstracciones porque la realidad ya no me nutre, formo parte del silencio y de sus ecos, conspiro con mis sueños, traicionamos la realidad.
Siempre estoy rodando en mi redondez y aunque quieran cuadrar mi cabeza y estandarizar sus usos nunca dejare de  alimentarla de sueños, ilusiones y locuras.
No esta en la ciencia de mi cosmos ser parte de este mundo,  siempre la filosofía de mi espíritu fue no  traicionar mis reflexiones  y no abandonar nunca la locura de mis palabras.
No importa si esto no es un poema o si esta escrito para que alguien lo lea, solo escribo porque a las palabras, a las mías, no les gusta la oscuridad del interior y quieren salir y ser luz.
Un corazón es un mundo, un planeta que debemos cuidar, alimentar y si es posible enamorar todos los días.
Es muy complejo el universo de mi existencia y muy fácil criticar nuestra propia gigantez. Limitar, marcar la cancha no se puede, no con tan vastos sentimientos apresados.
Si me voy de mi nunca regresare, me perderé mucho de mi abundante naturaleza y estoy seguro la tristeza reinara.

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