Gestos autómatas, miradas mecánicas de monos programados, infectados de lenguaje.
Engranajes aceitados, rutinas que hacen girar la rueda que es el mundo.
Duerme el animal, ronca silenciosamente mientras sueña el sueño largo.
¿Acaso se olvidaron los ojos de las lágrimas?
Hay piernas demasiado ancladas al suelo, pensamientos atornillados a la maquinaria del pasado, no hay futuro, solo este PUTO presente.
Mariposas posmodernas, seres alados de cielos rutinarios, vuelan tormentas, se trepan a los rayos.
Demasiadas metáforas y frases pomposas para decir que no me gusta el mundo.
Quizá las palabras tampoco alcanzan para entender.
¿Acaso queremos entender?
Pinchar la burbuja, dejar entrar el aire, respirar el oxigeno.
Escapar de nuestra jaulita mental, la cabeza es muy pequeña y las ideas son tan grandes.
Que manera de decir sin decir nada, que fracaso son estas palabras.
Estar callado dice más y es de sabios saber interpretar los silencios.
Pero las palabras brotan.
Leer es la única manera de volar sin tener alas. Escribir es construir tus propias alas, pluma por pluma. Escribir es destruir el paraíso y construir un infierno a la medida de tus demonios. Las palabras, los silencios, los odios, los miedos, los amores, todo me habla, todo me llama. De eso se trata esto.
jueves, 27 de noviembre de 2014
viernes, 21 de noviembre de 2014
Fugacidades que se desvanecen.
Establecer contacto visual y detectar la mentira. Establecer contacto visual y enamorarse. Las miradas no solo se dedican a mirar.
Hay un silencio interesante en ciertos ojos, una música melodiosa que logra conmoverte hasta los huesos.
Hay personas con una luz que los rodea y hay personas oscuras en cuya mirada se pueden ver todas las sombras.
Hay un silencio interesante en ciertos ojos, una música melodiosa que logra conmoverte hasta los huesos.
Hay personas con una luz que los rodea y hay personas oscuras en cuya mirada se pueden ver todas las sombras.
Derrotar con una lagrima al imperio de la felicidad. Leer un poema en horario de trabajo para hacer tambalear la estructura del mundo.
Hay almas esquivas, seres alados que se niegan a volar, corazones muriéndose de frío en el invierno de las pantallas.
Hay piernas demasiado ancladas al suelo, pensamientos atornillados a la maquinaria del pasado, no hay futuro, solo hay un presente y fugacidades que se desvanecen.
Hay almas esquivas, seres alados que se niegan a volar, corazones muriéndose de frío en el invierno de las pantallas.
Hay piernas demasiado ancladas al suelo, pensamientos atornillados a la maquinaria del pasado, no hay futuro, solo hay un presente y fugacidades que se desvanecen.
martes, 18 de noviembre de 2014
Estereotipo. Capitalismo y otros demonios.
Estereotipo
Si se te rompe un estereotipo es posible que también se te rompa tu imagen del mundo.
Muchos fuimos educados, consciente o inconscientemente, para rechazar lo diferente, para mirar con ojos extraños las miradas nuevas, las visiones distintas sobre el mundo.
Por eso a veces resulta complicado escuchar música nueva, leer autores nuevos, encontrar planetas con ambientes respirables.
Acostumbrarse a la costumbre, atarse a las rutinas, meterle siempre la misma música a tus tímpanos, ser siempre el mismo, tenerle miedo al cambio y todo eso que nos congela en el tiempo y no nos deja avanzar, nos destruye, nos sofoca, nos convierte en seres iguales, en el sentido más negativo de la palabra, figuritas repetidas, clones aburridos.
El hombre es un individuo que se siente cómodo en el lugar que está y la pereza existencial que lo habita es un monstruo hambriento que le devora el alma y lo deja mirando televisión o sacándose fotos para luego publicarlas en alguna red social.
Creo que el universo de las pantallas lejos de mejorar nuestra imagen nos ha convertido en sombras.
Capitalismo y otros demonios
Muchos fuimos educados, consciente o inconscientemente, para rechazar lo diferente, para mirar con ojos extraños las miradas nuevas, las visiones distintas sobre el mundo.
Por eso a veces resulta complicado escuchar música nueva, leer autores nuevos, encontrar planetas con ambientes respirables.
Acostumbrarse a la costumbre, atarse a las rutinas, meterle siempre la misma música a tus tímpanos, ser siempre el mismo, tenerle miedo al cambio y todo eso que nos congela en el tiempo y no nos deja avanzar, nos destruye, nos sofoca, nos convierte en seres iguales, en el sentido más negativo de la palabra, figuritas repetidas, clones aburridos.
El hombre es un individuo que se siente cómodo en el lugar que está y la pereza existencial que lo habita es un monstruo hambriento que le devora el alma y lo deja mirando televisión o sacándose fotos para luego publicarlas en alguna red social.
Creo que el universo de las pantallas lejos de mejorar nuestra imagen nos ha convertido en sombras.
Capitalismo y otros demonios
Una cosa es adherir ideológicamente a políticas de izquierda y otra es ser un zurdo en la práctica. ¿Quién no quiere tener un iPhone o el último aparatito tecnológico para seguir enchufándose al mundo online? ¿Y acaso no somos nosotros mismos los que decimos todo el tiempo que el fernet se toma con Coca-Cola o no se toma nada, haciéndole publicidad gratuita a una corporación multinacional? Y es que hay empresas que han llegado al ideal de la marca: convertirse en algo mas que en la imagen de un producto o servicio, se han transformado en cultura, en estilos de vida.
Ahora, para comprar la gaseosa y el fernet y agarrarnos un lindo pedo, debemos trabajar o por lo menos tener a alguien en la familia que trabaje o algún amigo que se arriesgue por nosotros.
Vamos a comprar, gastamos plata para pasar el rato, nos entretenemos, vamos a comprar más fernet y más Coca-Cola. En fin, trabajar por un sueldo, ser dependiente de un señor de corbata, ganarse el pan (el fernet con coca), salir a comprar, pagar caro, consumir, consumir, consumir, consumir, consumir, consumir…es decir, capitalismo. No podemos evitarlo. Repito la frase que inicia el texto: Una cosa es adherir ideológicamente a políticas de izquierda y otra es ser un zurdo en la práctica.
Ahora, para comprar la gaseosa y el fernet y agarrarnos un lindo pedo, debemos trabajar o por lo menos tener a alguien en la familia que trabaje o algún amigo que se arriesgue por nosotros.
Vamos a comprar, gastamos plata para pasar el rato, nos entretenemos, vamos a comprar más fernet y más Coca-Cola. En fin, trabajar por un sueldo, ser dependiente de un señor de corbata, ganarse el pan (el fernet con coca), salir a comprar, pagar caro, consumir, consumir, consumir, consumir, consumir, consumir…es decir, capitalismo. No podemos evitarlo. Repito la frase que inicia el texto: Una cosa es adherir ideológicamente a políticas de izquierda y otra es ser un zurdo en la práctica.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Canciones, silencios, mundos y poemas, el universo en expansión.
No quiero que me expliquen el mundo con dioses invisibles y omnipotentes, me alcanza con sentir que los pelitos del brazo se me erizan por una canción. Por eso odio los dogmas y amo el color de la música, creo en el oxigeno de la poesía y respiro cadenciosamente cuando leo la frase “la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”.
El paraíso es un montón de gente con guitarras, un montón de gente con cuadernos, un montón de gente componiendo poemas y canciones, el paraíso es literatura y el infierno un hermoso cuento lleno de llamas.
La eternidad tiene la forma, el aroma y el sabor de los 5 minutos que dura una canción. El tiempo, rígido y de acero, se funde en la fugacidad de una melodía, en el ritmo armonioso de una voz.
¿Si se roban las palabras, el ruido y el sonido, se roban el mundo? No lo creo, el silencio es tan diverso, el silencio es universo.
El silencio que se posa en un oído mientras gotean los relojes, el tiempo fluye, el silencio nunca dice nada y aun así canta hermosas canciones en la soledad de la noche.
La música son fragmentos de sonidos aterrizando en las superficies del silencio. Áspero y rugoso, el silencio se le niega al mundo del bullicio.
Canciones, silencios, mundos y poemas, el universo en expansión. Estrellas que titilan, parpadeantes ojitos de un gigantesco rostro oscuro. La poesía es oscura y misteriosa pero me aclara el alma, me saca de las profundidades y llena mis vacíos de musicalidad espiritual.
El paraíso es un montón de gente con guitarras, un montón de gente con cuadernos, un montón de gente componiendo poemas y canciones, el paraíso es literatura y el infierno un hermoso cuento lleno de llamas.
La eternidad tiene la forma, el aroma y el sabor de los 5 minutos que dura una canción. El tiempo, rígido y de acero, se funde en la fugacidad de una melodía, en el ritmo armonioso de una voz.
¿Si se roban las palabras, el ruido y el sonido, se roban el mundo? No lo creo, el silencio es tan diverso, el silencio es universo.
El silencio que se posa en un oído mientras gotean los relojes, el tiempo fluye, el silencio nunca dice nada y aun así canta hermosas canciones en la soledad de la noche.
La música son fragmentos de sonidos aterrizando en las superficies del silencio. Áspero y rugoso, el silencio se le niega al mundo del bullicio.
Canciones, silencios, mundos y poemas, el universo en expansión. Estrellas que titilan, parpadeantes ojitos de un gigantesco rostro oscuro. La poesía es oscura y misteriosa pero me aclara el alma, me saca de las profundidades y llena mis vacíos de musicalidad espiritual.
martes, 4 de noviembre de 2014
Nuestros besos huelen a chicles baratos.
No importa si el mundo es una mierda, no importa si todo huele a pólvora y odio. Lo que importa es el beso que me das y olvidarnos de que el tiempo es oro.
No importan las velocidades con las que este mundo se mueve, no importa si la información viaja a 180 kilómetros por segundo. Lo que importa es la lentitud de nuestra respiración, la cadencia de nuestros ojos cuando nuestras miradas se chocan.
No importan las melodías y las músicas que están de moda, los libros que venden mucho, los best seller para flacas rubias de insípidas vidas. Lo que importa es la humildad de nuestro amor, la riqueza de nuestra piel rozándose, lo que importa es que nuestros besos huelen a chicles baratos.
No importan las velocidades con las que este mundo se mueve, no importa si la información viaja a 180 kilómetros por segundo. Lo que importa es la lentitud de nuestra respiración, la cadencia de nuestros ojos cuando nuestras miradas se chocan.
No importan las melodías y las músicas que están de moda, los libros que venden mucho, los best seller para flacas rubias de insípidas vidas. Lo que importa es la humildad de nuestro amor, la riqueza de nuestra piel rozándose, lo que importa es que nuestros besos huelen a chicles baratos.
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